viernes, 30 de septiembre de 2016

Dos distintos días

Ese no fue su día

Un día, no de aquellos de recordar, no de aquellos que atesorar. Ese fue su día.
Cuando acababa de entrar en el fondo del precipicio, las variables, cada una de ellas, desaparecieron, se esfumaron como aves al verse sobrepasadas por un por un depredador, y ese mismo sentir, fue lo que él; preso de la decisión; pudo lograr, entró y no halló refugio, la morada que había querido esconder había sido saqueada, solo palos y un poco de ropa le habían dejado, solo un poco de comida y el desorden total del lugar. Nada tenía en mente. 

La morada, situada a casi unos 100 metros dela entrada, no suponía retardo para arreglar el error de dejar al descubierto su vida, ellos se habían vengado de él. Solo lo sabía.


Un día en la vida

Amanecer descalzo, caminar sobre la alfombra, mirar las cosas con tanta naturalidad, sentir que ya es un nuevo día. Echar un vistazo por la ventana y observar que la oscuridad y las luces de la noche, todavía no desaparecen en pos de un sol que ya minutos después aparecería.
Abrir la llave del agua, mirar por la ventana nuevamente, la totalidad de la ciudad aún no despierta, es domingo, es un día sin tanto de día, parece que fuera tan anormal ver pocas personas en las calles, pero a la vez aparece el esplendor de una ciudad desierta, esa que pocos ven en las mañanas frías, en las mañanas de lluvia, en las mañanas de un domingo que pocos ven,

Amanecer con calcetas, dormir en el mismo lugar, la casa de mi vida, mirar por la ventana y ver el cielo de colores, amarillos y una luz que rechina, son los pizarreños de colores que no dejan ver el cielo, solo la tonalidad reinante en el. Encender la lámpara de la habitación, mirar como la luz no entra desde la ventana, como los días y las noches se ven iguales en el cuarto donde se pasa la vida, analizando, alucinando, donde la vida ha florecido y donde la misma, se ha ido de las manos, donde está lo importante y donde no falta nada. Quizá compañía.

Recknoker

Por decir algo, esta es la publicación número 299 de este blog

Y salimos de las Sombras