miércoles, 17 de enero de 2024

 Dudar. En un soplido de ese aliciente que te hace mover el mundo por delante, la visión se ve casi nublada por los atisbos de emergencia que en la mente han de aparecer, como puntos que se conjugan, como esas verdaderas que crees pero que por los acontencimientos de la vida, dudas, hasta de lo más perceptibles, dudas. Pareciera como si fuera verdad que un día las noticias se convertirían en contextos, pero entre las sinuosidades de los términos, las palabras entre dichas, el sabido de la confabulación de las oraciones para dejar al descubierto como es que se refieren a puntos, esos que dejan en claro las cosas, pero de la manera en la que se les dicen, como una especie de elocubración de los decires, para el beneficio del portador, como un punto que solo se deja ver para quien lo desea, no para el interlocutor que está detrás de las puntiagudas frases del más mínimo cañón de disparos, así entre lo que es y lo que "es", la vida se bifurca irremediablemente como un descriptivo pensar. Es tanto lo que se dice y tanto más lo que se hace, como demostrable en las cantidades, ¿cómo?, entre el artilugio de lo que se convirtió en conquista, un esquivo soplido viene a vislumbrar la parte más innegable, como ese punto de antiguos criterios pero de primeras cabidas, así entre lo que hay y lo que "hay", un universo de elucubraciones aparecen en la mente como estallidos de cosas que, nadie puede evitar, suceden porque el interlocutor emisor, las distribuye, las deja así para si, como un soplido que entre el viento se va, como un punto de alegorías que cantan para callados, los detalles de los que nadie, ha de saber.

viernes, 12 de enero de 2024

Muerte 1

 Dentro del tumulto del indistinguible camino que algún día todos recorreremos, aparecen entre las sombras las dichas y los dichos de los asistentes a aquel conglomerado de personajes, todos unidos por un conocer en particular, donde los años han forjado las variables de cada uno, pero en el recóndito lugar del mundo mismo, han de estar conectados por el ser que entre las almas asistentes, asciende al punto en donde todo lo ve, donde no existe ese sufrimiento terrenal, así dicen. Los asistentes como en el lugar de las conversaciones y los encuentros de hace años o tiempos lejanos, comienzan a conglomerarse en la habitación en donde descansa la persona por la cual todos han de reunirse, así progresivamente cautivados por los recuerdos, comienza la despedida, como el fin último de los porvernires.

¿Qué es la muerte?, ¿qué hay más allá del paso en el que nuestro corazón se detiene y la sangre deja de fluir como fin de la enfermedad, años o algún tipo de afección que desgaste más rápido el progresivo danzar de las células, a aquella muerte que a todos nos espera? Miraba el tiempo detrás, algunas risas por los demás, en sus encomiendas de vida, otros en el canto más religioso, donde el Rosario, completaba las plegarias y el tiempo por un rato, para así dejar entrever la fé, que algunos dicen, han de sentir, por al mirar sus caras y sus vidas, poco han de demostrar más allá de aquella instancia en donde demuestran su fervor hacia un ser "superior", como pedazos de vida o como pedazos de otros atisbos. }




Del tiempo en la espera antes de retirarnos, en el punto donde el cielo, apartado de la ciudad, se convertía en el negro soplido del lugar más idóneo del mundo para observar el firmamento. 

Siempre te recordaré, aunque no fuéramos los más cercanos, el toque de su sonrisa siempre alegre y presente, es el recuerdo más bello que dejaste. Que descanses, que el recuerdo siga y que cuides a tu familia. Adiós.


lunes, 8 de enero de 2024

Camino

 Mirando el horizonte tras el muro, donde se conectaba al tierra con el cielo, el manto alegórico, colecionaba los nuevos nichos de viveza a un punto tal que era indescriptible el sentir tan descriptivo de aquella ocasión, como mirarse de cerca tan lejos como el resplandor hiciera parecerse ver. 

Mirando aquellas estrellas en el resplandor del cosmos, en un punto de verdad donde dejarías entrar en los aposentos, las entrañas de las antiguas formalidades, contemplando un ardor en el punto álgido de la sincera correspondencia. Era como un antiguo sentir que seguía intacto, solo carcomido en sus esquinas por esos hechos de intensidad negativa, esos que dejaron un soplido de maneras que no tenían que suceder, como un arrepentimiento en el alma que no dejaba de murmurarse, en cada mañana, en cada encuentro, donde las verdades eran las que siempre fueron, sentires verdaderos, con miedos a ser perdidos, con un nuevo y queriendo que fuera, el próspero futuro que entre las sábanas, las palabras y las alegorias, querían replicar en el nuevo encuentro de los siguientes tiempos. Así entre la noche que se iba, el clamor de las pieles, una pequeña caminata en la naturalidad de la desnudez, se comenzaron a bifurcar los momentos, como si fuera ese tiempo que se acabará, ceñido del amanecer, del para nada afectuoso punto en donde las prosas se terminan, donde las calamidades se aprontan y el nuevo día, desdichado de la separación, continuaba resquebrajando las paridades, aunque no se quisiera, aunque no se esperase, el tiempo se acababa, y esa noche de palabras y pantallas, se convirtió en el encuentro de sus seres, de sus pieles y sus verdades, eran tiempos de gloria, la que no quieres que se acabe, pero, las palabras sobraban ante la dicha que el tiempo les producía, esperaba volver, pero muy clara fueron sus dichos, que para continuar en el regocijo de aquellos brazos, el contexto de su mirada debía dejar de lado lo que tenía, lo que era, y continuar mirando la nueva vida en el crecimiento de sus entrañas, como un ser mejorado, en ese interior que en parte, fue podrido por las equivocaciones de sus actos, de sus andares, así en el tiempo nuevo de sus pergaminos, comenzarían nuevamente el sueño que un día han de haber tenido, mirándose las caras en el sentir de la noche, en el arrebol de la tarde, en las mañanas mágicas, en las manos, en las andanzas, en esas locuras, en esos puntos de su sincera sinceridad, apagando las mentiras, que eran ese punto que, destruyó, el anticipado destino que siempre quisieron construir.


lunes, 20 de noviembre de 2023

Radu

En el vacio indeleble de las nieblas, entre el andar desperdigado y las cosas que no volverán, el síntoma de un nuevo atisbo, se comenzaba a manifestar entre el verdor de los tiempos. Parecían las nubes como pompones en el cielo, las plazas como lugares de recuerdos algo añorados, los días como el solvente que derrite el hielo entre el color apagado de los nuevos porvenires. Estaban desprovistos de maneras, con una quietud que quizá nunca se quiso o un punto en el cielo que nunca aparecio, llenando las provisiones, de nuevos campos, unos verdes, otros grises, algunos con pequeñas parcelas de vida, y otras llenas de la muerte misma entre lo que un día es y lo que un día se nos fue de las manos. Así como si todo y también como si nada, el contemplar el adiós en aquella plaza, frente al hotel, manifestó el punto donde, cuando regresó a mirar, ya las mismas miradase se habían ido, eran tiempos de pérdida, eran tiempos de lo que no se congregó, eran esos tiempos en donde el último café se tomaba ya más con otro amargor, el que dejó el tiempo que no se completó. Quizá nunca hubo una completitud, quizá solo fue ese punto que se dejó, y desperdició, entre lo que se recibía y lo poco que se daba, con el tiempo a contrariedad, con el clima casi primaveral, con la calamidad en el horizonte y esas nubes de noche en las que se vivió por montones en el cielo que tan anhelado suspiro cada día se quería revivir. Esperando el siniestro, se contempló cuanta verdad se dijo, y no fue valorada, porque aún cuando la duda era el soplido en la mente, la verdad era el punto álgido de los decires que la otra parte, siempre resopló. Era el tiempo en donde se dejó todo, como considerando que algo así, duraría para siempre, entre la confianza de ser confiado, se aligeró el paso, en el pensamiento de algo que un día iba a sucumbir por lo acontecimientos antes cometidos, por los errores de memorias, donde el recuerdo de los días, las mañanas y las noches, eran el clima perfecto de ese paraiso que entre el calor de sus pieles, el tiempo les ofrecía. Así entre lo que se cobijó, entre lo que se consideró, entre lo que se dejó ir y el tiempo que se les veía venir, el clima aliciente, contemplaba nuevos porvenires, nuevos tiempos, esos de donde no sabían que fuerzas sacarían, o a dónde estos, los llevaría, pero ya no por el mismo camino, quizá si por el mismo cielo, pero ya no en el mismo trecho donde, el cuello, las manos y el soplido de sus bocas, no se unirían de nuevas maneras, era el tiempo que no querían ver, era el tiempo que no querían sentir, era ese tiempo en donde, cada par de pares, se convertía en singular, atemorizado por el simplismo, se convirtió en la herida de un rasguño en la fractura de ese espacio que cada vez más se agrandaba y en ese tiempo donde cada vez más se les acortaba, no eran nuevos, eran otros, eran casi extraños en el nuevo padecer, eran casi tonos verdes en el retumbar de sus imágenes en los espejos del infinito, eran casi lo que fueron, pero no eran nada de lo que quisieron, por el error de una de las partes, de considerar el nuevo clamor, como un nuevo sentir, como un nuevo pensar, como un nuevo futuro, que entre las voces de los pacientes en la sala de espera, consideraban el hecho como un nuevo comienzo, pero que entre su piel y el blancor de sus huesos, sabían indistintamente que cada segundo, era el plano que se les bifurcaba cada vez más, como si nada antes hubiera de existir, como si nada antes, hubiera de pensar, como si nada antes, hubiera de estar. Cada nueva vez era un camino, cada nuevo día era un tiempo, cada nuevo atardecer era un recuerdo, cada nuevo sentir era un pálpito del cielo, cada nuevo, era algo, que quizá nunca los completaría, como fue la completitud de su completa inmensidad. 

Se fueron de miradas a opuestas direcciones, se fueron de café en mano, se fueron de vidas, y se convirtieron en otros, en seres apartes, como un punto y una coma, como nubes en una tormenta, quizá en formas no se vean más, quizá en el cielo tampoco, pero en los recuerdos de un punto, el clima quizá los vuelva a armar, con nuevos átomos, con nuevas moléculas, con eso nuevo y algo de lo anterior, pensando en que, todo un día podría ser, como lo fue o como quisieron que lo fuera. 

miércoles, 11 de octubre de 2023

Trellas

 Entre los redondos parajes de la ciudad, en la disputa de calles y navios, donde sumergidos todos en la totalidad de la vida, se cobijaban esos lamenntos que resoplan en el corazón, midiendo las penas en las calles en donde se convertían las nociones en dichos estrechos, en espacios tan provistos de vida, como si fuera una verdad el hecho que todo nos duraría para siempre, pero como entre las multitudes, la inexplorada relación, codiciada por los andares, concluirían las noches, los soplidos, las manos en las manos, esas tan llenas de verdad, esa que conocía de tus labios, esa que no comprendí y que solo dejé pasar, esa que se fue... Así entonces el soliloquio de vida volvió a reinar entre las fauces de la tempestad, como un fulgor que no tiene rima ni cima, entre el desdén de los parajes casi nada de verdes, miradas entre las cejas con el ceño fruncido, como un tornillo sin hilo, como un caleidoscopio entre los colores, mientras reflejando el desapego, se normaban las cualidades, convertidas en un estupefaciente que no tenía ningún tipo de efecto, casi nocivo, casi inalcanzable, eran unos tiempos sin tiempo, eran unos minutos sin respuesta, era ese infinito que no sabría acabar, ni podría culminar, por el hecho de no tener, de no haber, de no sentir que había sentido, una confusión de manifestaciones, un compendio de algo que ya no se juntaría, el tiempo con ese espacio, ese que se fue. 

lunes, 11 de septiembre de 2023

Había una vez...

 El clima de la tempestad, soplaba afuera, eran vientos de inquietud, de desapego o de algo que el viento se quería llevar, un clima de la noche, frio y algo despiadado para los puntos del corazón.  Así que ante la personalidad que se descubría, el contagio de las insinuaciones, se hacía presente como un nuevo acontecer que le quitaba la firmeza a la tan seca y desprovista de vida, presencia de las imperfectas pretensiones. Era un tiempo de visualizaciones, de manifestaciones, de queahaceres, de un rutina que empieza, como se le ve preocupada, por lo que hoy no vale nada. Así ante los días que contiuaban sin parar, la bifurcación de los accidentes, mantenía un conglomerado de nuevos creceres, que aumentando de tamaño, continuaban entre lo que ni siquiera sabía que se formaba, un gusto de ojos, de vida, de cabellera, de ese punto álgido en aquella bodega, donde las razones contenían un acontecer que solo quería liberarse, ¿qué sería de ese pronóstico en el futuro no tan distantes?, anteponerse no fue el despliegue, sino que proloferó un tiempo entre las sombras, entre las cajas, entre el hablar calculado en el cual cayó despavorido por el soliloquio en el que sus días se habían convertido, eran nuevos amaneceres, otros mensajes, nuevos conocimientos, un par de accidentes, algunos nuevos trajes, un tiempo de rebordes, con el hilo conductor de la manifestación más hermosa que la vida le había de mostrar en sus tantos cuantos días. 

Así que sorprendido por las instancias, un día de los cuales no tenía una cabida más allá de los presentes, el artilugio de visiones, contempló como fue que él, un ser desprotegido, algo indecifrable, con un manto sin caretas y una visión del plano en donde caminaba, algo diferente a los asistentes a quel lugar, contrajo el cumplido que le daría el inicio a aquella historia, como un accidente en su mente, todo se volvió claro, no podía pensar que era de verdad lo que sucedía, lo que en ese momento ocurría, ¿cómo?, si él era quien era, ni era más, solo vislumbraba con la rareza que aquel cántico de sus labios, contempló un pasaje que no había vivido, un sentir que deslizado por los márgenes de las hojas de aquella calle en subida, con el sol pegando, se convertiría en el principio de un tiempo, de un fulgor, de un alterado contexto donde sacado desde sus cabales, convertíría aquel soliloquio en un punto de verdad, de manifestaciones claras, donde las dudas desaparecerían, donde los besos recubrirían la soledad, para convertirla en fuego, donde el anticuado sistema, convergería en un punto nuerálgico, conglomerado de primaveras, de nuevos amaneceres, de nuevos permisos, de nuevos aconteceres, de nuevas nuevos, de buenas nuevas, era algo no imaginado, algo que seguiría en la vida que, el tanto quería. 

¿Qué sería?, se preguntaba, que era él para parecerle tan, a aquella, a ella, ¿qué fue?, quizá la soltura de las manos, el desapego de una parte de la realidad, el punto de nuevos puntos, el alterado sistema que en su cabeza la hacía suspirar, qué sería, ni él lo sabía, solo estaba presente en el regalo más cautivador que el universo en su magnificencia, le había otorgado, como si de haberse ganado la lotería se hablase, en un punto de nuevos puntos, era el signo de exclamación, uno que sabresalía y lo cobijaría en sus manantiales, donde el calor y los nuevos presagios, harían ver nuevas mañanas, en el pos de sus brazos abiertos a los nuevos consentires, como un cántico de alegorías, como un manantial divino, como un culumpio infinito sostenido por las manos de aquella belleza que un día, un día se convertiría en... nuevos tiempos.