lunes, 20 de noviembre de 2023

Radu

En el vacio indeleble de las nieblas, entre el andar desperdigado y las cosas que no volverán, el síntoma de un nuevo atisbo, se comenzaba a manifestar entre el verdor de los tiempos. Parecían las nubes como pompones en el cielo, las plazas como lugares de recuerdos algo añorados, los días como el solvente que derrite el hielo entre el color apagado de los nuevos porvenires. Estaban desprovistos de maneras, con una quietud que quizá nunca se quiso o un punto en el cielo que nunca aparecio, llenando las provisiones, de nuevos campos, unos verdes, otros grises, algunos con pequeñas parcelas de vida, y otras llenas de la muerte misma entre lo que un día es y lo que un día se nos fue de las manos. Así como si todo y también como si nada, el contemplar el adiós en aquella plaza, frente al hotel, manifestó el punto donde, cuando regresó a mirar, ya las mismas miradase se habían ido, eran tiempos de pérdida, eran tiempos de lo que no se congregó, eran esos tiempos en donde el último café se tomaba ya más con otro amargor, el que dejó el tiempo que no se completó. Quizá nunca hubo una completitud, quizá solo fue ese punto que se dejó, y desperdició, entre lo que se recibía y lo poco que se daba, con el tiempo a contrariedad, con el clima casi primaveral, con la calamidad en el horizonte y esas nubes de noche en las que se vivió por montones en el cielo que tan anhelado suspiro cada día se quería revivir. Esperando el siniestro, se contempló cuanta verdad se dijo, y no fue valorada, porque aún cuando la duda era el soplido en la mente, la verdad era el punto álgido de los decires que la otra parte, siempre resopló. Era el tiempo en donde se dejó todo, como considerando que algo así, duraría para siempre, entre la confianza de ser confiado, se aligeró el paso, en el pensamiento de algo que un día iba a sucumbir por lo acontecimientos antes cometidos, por los errores de memorias, donde el recuerdo de los días, las mañanas y las noches, eran el clima perfecto de ese paraiso que entre el calor de sus pieles, el tiempo les ofrecía. Así entre lo que se cobijó, entre lo que se consideró, entre lo que se dejó ir y el tiempo que se les veía venir, el clima aliciente, contemplaba nuevos porvenires, nuevos tiempos, esos de donde no sabían que fuerzas sacarían, o a dónde estos, los llevaría, pero ya no por el mismo camino, quizá si por el mismo cielo, pero ya no en el mismo trecho donde, el cuello, las manos y el soplido de sus bocas, no se unirían de nuevas maneras, era el tiempo que no querían ver, era el tiempo que no querían sentir, era ese tiempo en donde, cada par de pares, se convertía en singular, atemorizado por el simplismo, se convirtió en la herida de un rasguño en la fractura de ese espacio que cada vez más se agrandaba y en ese tiempo donde cada vez más se les acortaba, no eran nuevos, eran otros, eran casi extraños en el nuevo padecer, eran casi tonos verdes en el retumbar de sus imágenes en los espejos del infinito, eran casi lo que fueron, pero no eran nada de lo que quisieron, por el error de una de las partes, de considerar el nuevo clamor, como un nuevo sentir, como un nuevo pensar, como un nuevo futuro, que entre las voces de los pacientes en la sala de espera, consideraban el hecho como un nuevo comienzo, pero que entre su piel y el blancor de sus huesos, sabían indistintamente que cada segundo, era el plano que se les bifurcaba cada vez más, como si nada antes hubiera de existir, como si nada antes, hubiera de pensar, como si nada antes, hubiera de estar. Cada nueva vez era un camino, cada nuevo día era un tiempo, cada nuevo atardecer era un recuerdo, cada nuevo sentir era un pálpito del cielo, cada nuevo, era algo, que quizá nunca los completaría, como fue la completitud de su completa inmensidad. 

Se fueron de miradas a opuestas direcciones, se fueron de café en mano, se fueron de vidas, y se convirtieron en otros, en seres apartes, como un punto y una coma, como nubes en una tormenta, quizá en formas no se vean más, quizá en el cielo tampoco, pero en los recuerdos de un punto, el clima quizá los vuelva a armar, con nuevos átomos, con nuevas moléculas, con eso nuevo y algo de lo anterior, pensando en que, todo un día podría ser, como lo fue o como quisieron que lo fuera.