jueves, 24 de octubre de 2019

Cómo

¿Cómo quitarme del alma lo que me dejaron negro?
La frase de una de las canciones de Victor Jara, personaje de la música chilena, músico de grandes canciones y recordado por su lucha.
¿Cómo?, me decían que es parte de, de este proceso, de esta lejanía, de estos días, de esta cosa que pasa como si se acabara a cada día, la vida. ¿Cómo?, así me pregunto cada día, habían pasado tiempo sin preguntas pero cuando ves cosas que mejor no ver, el alma se dobla, se hace trizas y un polvo en suspensión de va con el viento, ese que no habla ni sabe oir. ¿Cómo quitarme del alma lo que me dejaron negro?, ¿Cómo?, sí ya los días no tienen sentido alguno, el anhelado futuro que pensaba de haría realidad ni es una minúscula parte en mi, roto por dentro, desecho de cada parte de mi, vuelto hacia adentro, retraido y sin alma.
Encima de mi no hay nada ni debajo, ni dentro ni afuera, un cacho de vida vacío en su totalidad, sin buenos ni malos aspectos, sin tono ni ritmo, sin dirección ni sentido, solo roto por dentro.

Esta canción lo describe todo.



jueves, 17 de octubre de 2019

Starless


No aparecen los minutos, solo se van. Esperaba que fuera preciso saber pero ni eso existe ya. Pareciera también que entre los dichos de un pasado, la frase dicha de improviso en el contexto de la lejanía, no ocupaba las frases verdaderas, quizá tocó en ese momento las fibras de una realidad que vivía día a día pero ahora que que veo con otros ojos el andar, he pensado que no fue tan así, que no era yo quien no podía, que era sin embargo una casi mentira del tiempo, donde articulado por las banales improvisaciones, tomé esa frase dicha y me impregné en el alma, pensando que sería yo quien no pudiera vivir así, pero tal cuestión ni verdadera fue. Estuve primeros días desolados y mañanas sin despertar, momentos de antaño recordados por montones e imprecisión medida por esos detalles que cubrían los bordes del cuarto. Cuantos días pasaron y cuantas horas se desperdiciaron con preguntas sin respuestas, con un montón de secretos, como una mañana de secretos. Tenía también en la mente, ese fulgor que quizá como una sumatoria de fuerzas, volvió al equilibrio, volvió a darse de cabeza contra el suelo, pegado escuchando el recuerdo en canciones, en comentarios, en palabras de ires y venires, un momento tras otro.
Sostenía en las manos, el relámpago de fugacidad, con que todo se fue, cuando encaminado por las calles de esta ciudad, sin detener paso terminé en un lugar concurrido, sin alma, y como dice Spinetta: "si quiero me toco el alma, pues mi carne ya no es nada", así mismo, con una fina tela que cubría el interior del ser, señalando las cosas, como si fuera real el desprenderse de una porción de uno mismo. 

Así como le dijo el atrasado al extraño, ¿dónde haz estado?, el respondiendo dijo que había estado allá, acá y entre todo, como si fuera posible el percibir cada cosa.


Sería más explícito pero no es la intención, es un punto de vista, es un tono, es un sabor, es una etapa, un algoritmo que creado de acuerdo a sentencias da una nueva y casi única interpretación de la realidad, que tan alejada veo. Por donde mire las fantasías han de formarse, con el rostro amargo y un pensamiento que tiempo atrás había recibido de conversaciones, diciendo que así sería después y tal como dicho fue, pasó, mirando los pocos rostros de los demás con sus ojos y los rostros de una mente que tanto varía de tiempo en tiempo. No era real lo efímero, fue una lámpara encendida que fuerte de llama pero con poco reactivo para encenderse en esa noche pálida y sin sentimientos.

Hablaba de sombras, hablaba antes de cosas, hablaba de precisión o de ese movimiento que ha dado vida a cada uno, pero ahora inerte y desperdiciados, quedaron esos simultáneos vaivenes , ese motivo y esa fantasía que, en eso se quedó, sin estrellas.

Sombras, solo, sombras.

domingo, 13 de octubre de 2019

Me quedé, me fui y ni sé si ya me resigné. Los días iguales han de ser, no sé como seguir en el camino tenía trazado, esperaba el momento de estar parado esperando el acontecimiento que cobijara cualquier tipo de realidad más allá de lo insignificante que es la que vivo. Por momentos cuando mirando hacía afuera de la ventana veía el grisáceo cielo resplandeciente en el fondo, recordaba tiempos pasados, momentos que me gustaría volver a vivir, sensaciones que encantado restauraría, pero los días ya no son lo mismo, por decir que no son nada, quizá me merezco todo esto, quizá así quedará la vida de ahora en adelante, seco por dentro, maltrecho del corazón, con agujas en mi cabeza, con desgana para todo, deshecho de por si, desarticulados los días que tuvieron sentido, destiño del color que poseía, desdichado, sin el calor de los días, desperdiciado como siempre, descontrolado con el alma en vela, con el alma dentro de un caparazón de carne que ni valor tiene, con tantas desventuras y desprovisto de cada artificio o habilidad requerida, como si estuviera dado vuelta hacía afuera, sin mostrar nada para guardar lo poco que pudiera servir de mi, con un poco ánimo, ¿cómo quitarme del alma lo que me dejaron negro?, eso diría Victor, pero repuesta no hay, lo intentado parece no parecer real, parece que todo fue y se fue, que se fue como se haya ido, bifurcado por las calles que acá paso cada día, desplazado por tantas nuevas cosas que no pude, cosas que simplemente no sé, artículos, palabras, lecturas, calamidades, bares, presiones, infortunio, algo así, una mezcla de nada con toda la totalidad, un poco de esto, y nada de lo demás, incompleto y desganado, con amaneceres iguales, con tardes casi nada distintas, que mitigan el despertar tan vacío, con las caminatas de cada día  a los mismos lugares, nada llama la verdadera atención.Unos 4 días atrás conversaba con un amigo y entendía algunas de las cosas tan banales que le decía, que antes había estado unas dos mesas más a la derecha de donde estábamos, pero en contexto diferente, contexto ya ido, alejado, perdido, y era tan real el hecho....
Insignificante y deambulante, con las manos resecas, el rostro bajoneado, los momentos sin tiempo y esos sueños que ya ni existen en la memoria, nada ni sueños ni esperanzas, ni sueños ni alarmas, ni sueños ni sorpresas.

jueves, 3 de octubre de 2019

De-Pálpito

De-


Desintoxicándose los días del verano nuevo, desafiaban lo se que vendría. Desarmando las antiguas cualidades, formando una densa capa de desdicha y un poco de destino impregnado en los destornilladores que ocupo para abrir el despacho, donde los planos de un diseño nuevo de vida, han de estar. Desafortunadamente para su fortuna, fue que desencadenó un desconcierto en su esencia, un desapego de sus desiertos, para llenarlos de nuevos bosques.


Pálpito


Con tanto que caminar mirando el lote de árboles que cubrían el camino, sin dejar un solo paso al sol, es que se vio detrás un latido sin fin, que recorría el túnel de hojas por el cual transitaba, miraba de lado a lado y un pálpito de lado a lado, como una onda, rebotaba entre las paredes más alejadas de él, el principio y el final. Era la señal que de la cual le habían advertido, la locura en si la misma, por su poder inimaginable y advertencias repentinas. Fue que corrió, fue que se quedó perplejo ante la visión de que el principio y el final le eran cada vez más lejanos en perspectiva y que en su espalda, era perseguido por algo innentendible para su rozamiento tan desprovisto de verdades, no de enseñanzas ni de falta de educación, sino de falta de conocimiento de si mismo, porque al final, entre sus recuerdos de los que nadie podría nunca pudo haber salido de ese pasillo interminable, era que entre la luz de las verdades y una que otra elucubración de sus pares o hasta de esos impares que tanto odiaba, ellos que a diferencia de sus límites, bifurcaban los camino de maneras casi innatas, cosas que no entendía y que desde la antigua verdad de su niñez, que sintió un recelo infundado en las formas en la que los demás, podrían ver el mundo. Le taladraba el cerebro el color del latir, estaba por todos lados, el cielo no tenia parecer, solo una tenue luz verde que nunca completa era, ni tan constante tampoco. El viento soplaba perpendicular a la forma del infranqueable túnel, no había como, el cansancio era penoso ante la distancia inconmensurable que ni un poco de fin se le veía, estaba detrás de él, eso, aquello, ni nombre le tenían de tanto que era su miedo a la particular variación de una "realidad" que, no era tan así, porque recordando más de su antiguedad, fue que anticipó entre palabreo de los demás, un par de frases que decían más o menos así: "todo está en tu mente", "la falsa luz del fondo no es la verdadera salida", "el clima más allá de las hojas, es el tesoro que se nos debía", entonces uniendo un poco de esto, de aquello, y unas cuantas elucubraciones propias, pensó que el mejor de todos los puntos, sería, escalar. Mira arriba de todo antes que el latir funcionara otra vez como el arma destructiva de la cual le habían comentado con anterioridad, entonces entre lo denso del bosque, captar una parte donde entrar era la primera misión y quizá la última de todas las pocas cosas que había logrado en su vida. Miró más adelante unos cuantos metros más allá, entró, el punto de donde miraba, todo, ya se había calmado, nada sucedía a su parecer. Trepar las ramas, entre puntas y un par de espinas, era el logro para, como decían, salir de la totalidad y no regresar. Encamino pique hacia la arboleda, entre rama y rama, rasguño y rasguño, unos cuantos tropiezos y golpes. Todo para observar la verdad. ¿Cuál verdad? Y calló, cayó también, ¿el latir de su corazón no soportó?, no era tan así, un recuerdo de improvisto se le presentó, resistió la primera caída. Un golpe en la cabeza lo aturdió unos minutos, en el piso llenó de polvo y mugre, entre tantas otras cosas que ese bosque les proporcionaba a él y a su ciudad, lo cubrían de momento, cuando lo vio, el latir pasó otra vez por el camino sin fin, era momento de adelantar el camino y subir otra vez, subir y subir, más que antes, pareciera que este camino se la hacia más difícil que antes, estaba más cansado, estaba más violentado, más desprovisto, más aniquilado, más desperdiciado, se miraba a si mismo y luchar con ese sentir y la energía potencial que se requería para poder subir, eran factores que dificultaban la realización de ese, su sueño, su anhelado recuerdo del futuro que quería vivir. Miró las hojas ya cercanas, en el tope del las ramas, donde ya no crecía nada más, donde ya, nada más cubría el cielo raso de la verdad, como le habían contado alguna vez y era de esas historias conocidas por todos los que vivían en aquel lejano páramos entre los cerros y un interminable bosque.
Al salir, ¿qué crees que encontró?, ¿de verdad, una verdad?, como lo quería, ni eso encontró, solo un cielo extirpado de nubes, solo un color marrón tirado a rojo con un punto gigante que se ocultaba detrás de más y más bosques, ahí se dio cuenta que quizá la única manera de atravesar el túnel y a su vez despistar el latir, era vivir en el tope de la realidad que todos omitían por desconocimiento o el simple afán de creer las elucubraciones o realidades basadas en enseñanzas para mentes débiles. No redundó más en eso e instaló sus pertenencias en las copas, tomó unas copas y durmió en el plácido rincón del cuarto en donde se encontraba después de los desastres que ya le habían ocurrido a su planeta.