jueves, 3 de octubre de 2019

De-Pálpito

De-


Desintoxicándose los días del verano nuevo, desafiaban lo se que vendría. Desarmando las antiguas cualidades, formando una densa capa de desdicha y un poco de destino impregnado en los destornilladores que ocupo para abrir el despacho, donde los planos de un diseño nuevo de vida, han de estar. Desafortunadamente para su fortuna, fue que desencadenó un desconcierto en su esencia, un desapego de sus desiertos, para llenarlos de nuevos bosques.


Pálpito


Con tanto que caminar mirando el lote de árboles que cubrían el camino, sin dejar un solo paso al sol, es que se vio detrás un latido sin fin, que recorría el túnel de hojas por el cual transitaba, miraba de lado a lado y un pálpito de lado a lado, como una onda, rebotaba entre las paredes más alejadas de él, el principio y el final. Era la señal que de la cual le habían advertido, la locura en si la misma, por su poder inimaginable y advertencias repentinas. Fue que corrió, fue que se quedó perplejo ante la visión de que el principio y el final le eran cada vez más lejanos en perspectiva y que en su espalda, era perseguido por algo innentendible para su rozamiento tan desprovisto de verdades, no de enseñanzas ni de falta de educación, sino de falta de conocimiento de si mismo, porque al final, entre sus recuerdos de los que nadie podría nunca pudo haber salido de ese pasillo interminable, era que entre la luz de las verdades y una que otra elucubración de sus pares o hasta de esos impares que tanto odiaba, ellos que a diferencia de sus límites, bifurcaban los camino de maneras casi innatas, cosas que no entendía y que desde la antigua verdad de su niñez, que sintió un recelo infundado en las formas en la que los demás, podrían ver el mundo. Le taladraba el cerebro el color del latir, estaba por todos lados, el cielo no tenia parecer, solo una tenue luz verde que nunca completa era, ni tan constante tampoco. El viento soplaba perpendicular a la forma del infranqueable túnel, no había como, el cansancio era penoso ante la distancia inconmensurable que ni un poco de fin se le veía, estaba detrás de él, eso, aquello, ni nombre le tenían de tanto que era su miedo a la particular variación de una "realidad" que, no era tan así, porque recordando más de su antiguedad, fue que anticipó entre palabreo de los demás, un par de frases que decían más o menos así: "todo está en tu mente", "la falsa luz del fondo no es la verdadera salida", "el clima más allá de las hojas, es el tesoro que se nos debía", entonces uniendo un poco de esto, de aquello, y unas cuantas elucubraciones propias, pensó que el mejor de todos los puntos, sería, escalar. Mira arriba de todo antes que el latir funcionara otra vez como el arma destructiva de la cual le habían comentado con anterioridad, entonces entre lo denso del bosque, captar una parte donde entrar era la primera misión y quizá la última de todas las pocas cosas que había logrado en su vida. Miró más adelante unos cuantos metros más allá, entró, el punto de donde miraba, todo, ya se había calmado, nada sucedía a su parecer. Trepar las ramas, entre puntas y un par de espinas, era el logro para, como decían, salir de la totalidad y no regresar. Encamino pique hacia la arboleda, entre rama y rama, rasguño y rasguño, unos cuantos tropiezos y golpes. Todo para observar la verdad. ¿Cuál verdad? Y calló, cayó también, ¿el latir de su corazón no soportó?, no era tan así, un recuerdo de improvisto se le presentó, resistió la primera caída. Un golpe en la cabeza lo aturdió unos minutos, en el piso llenó de polvo y mugre, entre tantas otras cosas que ese bosque les proporcionaba a él y a su ciudad, lo cubrían de momento, cuando lo vio, el latir pasó otra vez por el camino sin fin, era momento de adelantar el camino y subir otra vez, subir y subir, más que antes, pareciera que este camino se la hacia más difícil que antes, estaba más cansado, estaba más violentado, más desprovisto, más aniquilado, más desperdiciado, se miraba a si mismo y luchar con ese sentir y la energía potencial que se requería para poder subir, eran factores que dificultaban la realización de ese, su sueño, su anhelado recuerdo del futuro que quería vivir. Miró las hojas ya cercanas, en el tope del las ramas, donde ya no crecía nada más, donde ya, nada más cubría el cielo raso de la verdad, como le habían contado alguna vez y era de esas historias conocidas por todos los que vivían en aquel lejano páramos entre los cerros y un interminable bosque.
Al salir, ¿qué crees que encontró?, ¿de verdad, una verdad?, como lo quería, ni eso encontró, solo un cielo extirpado de nubes, solo un color marrón tirado a rojo con un punto gigante que se ocultaba detrás de más y más bosques, ahí se dio cuenta que quizá la única manera de atravesar el túnel y a su vez despistar el latir, era vivir en el tope de la realidad que todos omitían por desconocimiento o el simple afán de creer las elucubraciones o realidades basadas en enseñanzas para mentes débiles. No redundó más en eso e instaló sus pertenencias en las copas, tomó unas copas y durmió en el plácido rincón del cuarto en donde se encontraba después de los desastres que ya le habían ocurrido a su planeta.

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