jueves, 20 de enero de 2022

Vaivenes de témpanos

-Témpanos. 

El clima de verano, caluroso, de días largos, con fragmentos de brisa marina y un par de lugares más, se convertía en la más fría estación, hasta ahora. El calor de los días se comenzaba a desvanecer desde la ausencia, los días eran casi iguales, el gris manto que cubrías la calles, estaba más presente, eran tiempos de nada, donde los pensamientos no dejaban tranquila la mente, ni menos ese sentimiento que renacía en cada prosa, en algunos lugares o de repente, como un haz de luz que no se apaga, ni quiere apagarse. La llama de los días estaba menos presente, así que tal como los lagartos, buscaba el calor del sol para sentir esa temperatura, porque las mañanas de amaneceres cálidos, se había convertido en una tenue luz que solo recubría el piso, nuevamente. Extraño era todo. 

Un clima sin explicación cubrió los contextos, estos procesos que tanto vivíamos, todos de vez en cuando eran vulnerados por nuevas y peores realidades, pero aún así eran de sobrepasarse, pero, ¿llegaría un día al límite?, no se sabía hasta que aquello sucedió. Estrepitosa fue la caída, quizá todavía quede por caer. 


-Vaivenes.

Los vaivenes del tiempo, junto con ese espacio, que se repetía todos los días, creó en si mismo una loca ocurrencia, así como un cúmulo de átomos de este, nuestro universo, se conocieran de manera tal, que sus conciencias, únicas en cada personaje, llegaran a coincidir entre la inmensidad del vació cósmico. Principales vivientes de un periodo tan intenso, como el calor dentro de la supernova, dando a conocer ese preciado color, en donde brillaban las palabras, ardían las miradas, mordían los labios y el tacto, que precavido entrometía sus manos en la mismísima masa, donde el ser mismo explotaba, dejando entrever la real intención. Así apresurados los átomos, por la energía que este sistema les entregaba, liberaron su cordura, dando paso a la locura. En menos tiempo del empleado en la realidad, su realidad, ya se había convertido en la verdad, eran presurosos los periodos, como un lapso de tiempo cambiante, lleno de vida, como un mar que fluye, se evapora por el calor de la estrella que nos gobierna, y se convierte en tormenta, que saca su fuerza en los momentos más duros, dando paso a los ríos, los mismos que te recorren, donde la manifestación de la naturaleza, se convirtió en el ícono más preciado, en toda la infinita inmensidad del universo, que nos dicta y nos quita, que nos conlleva a estrepitosos finales, pero también a inconmesurables noches, tardes de recorridos, mañanas de caminatas con finales felices y madrugadas de pasión, sacando el ser, liberando el alma, modificando el espacio en su tiempo, donde los cuerpos fusionados, convergían en una serie, que tendía a un infinito, uno tan querido, anhelado, siendo ese presente, el presente más valioso entre los antiguos, manifestando entre líneas, ese futuro que tanto se quería, el que deseaban los sueños, el que admiraban los placeres y el mismo en donde las líneas tendían a ese prolongado tiempo, que parecía sin final, así parecía. 





¿Sombras?