miércoles, 11 de marzo de 2015

Llegada. Ratas.

Simple e irrazonable. Antes de esta acá, caminaba apurado, con el ímpetu de volver al lugar, pero al llegar, pensé en desaprovechar la mañana y así, entre las calamidades, me quedé senado en “la sala de estudios” del edificio de la escuela.

-Mantuve la cabeza gacha entre los tubos del alcantarillado, las ratas cuchicheaban sobre su vida, y algún otro animal del lugar, comentaba en voz baja , las anécdotas de un mundo más allá de la escalera, esa que ascendía al mismo infierno, ese que en la superficie se veía venir.
Con el pasar de los años, monitoreando algunos especímenes, noté una gran relación entre ellos, tan parejos en sus formas y tan normal es su comportamiento diario, con la forma en que las personas de arriba, en la superficie vivían. Todo dependía del lugar en que los residuos cayeran y de que fueran esos desperdicios. Un por así decir “Clase social” de ratas.
Aunque los ladrones siempre habitaban y la delincuencia no era controlada.  

El tiempo para ellas se hacía tan normal que era difícil saber si de verdad sabían sobre la existencia de algo más allá o ellas mismas por ser tan admisibles en cualquier parte del mundo, creían ser dueñas de el, y por si lo quisieran, nada entre ellas y su ansiado objetivo podría interponerse.
Quizá sea tan así o solo es que tranquilas viven con el solo placer de reproducirse y así formar un vida más allá de todo lo que pensamos sobre las ratas.

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