lunes, 26 de junio de 2023

 En un día intangible de permanencias, el no tan anecdótico repercutir de las vibraciones, se señía llegando a ese punto en donde el rojo, era el nuevo color que las ondas de sus sonidos y fotones, iban convirtiéndose. El andar sin proporciones, se contenía en las manos, como la arena en una playa solitaria en donde el viento y su acompañante llovizna, cauterizaban los sesgos que entre los dichos quedaban. Era el aliciente a un nuevo repercutir, se preguntaban los venideros momentos que sucumbían a los anteriores, entre las fauces de esa palabra tan usada, el inexorable paso del tiempo. Chispas de antes, luces radicales, estrepitosas consideraciones, anticipaciones, visiones, ¿cómo era que todo había pasado?, no era común sentir algo había antes de todo, el presente no era instantáneo, el tiempo de demora entre la percepción y la realidad, nos convertían en seres anteriores, no éramos presentes, éramos. Y, ¿qué vendría después de las banalidades?, incertidumbre dirían algunos, otros que nada, otros que más de lo mismo, pero nadie sabía la respuesta clara, quizá el tiempo conmemoraría los anticipados números, con un escrutinio en sus andanzas, uno que nos daría otra sorpresa, un punto álgido o un punto medio, quizá uno bajo, como perderlo todo, como no ganar, sino, aprender de lo que un día fue, lo que un momento se cumplió, el tiempo diría en sus manos que el anticipado, nunca fue seguro. 
Una idea sin ideas, o quizá muchas ideas, ni él mismo lo sabe, como traspasar la cuarta pared, así preguntarse a si mismo, si entre los tiempos, entre los comienzos, entre los procesos o los desenlaces, el sosiego llegaría, el estupor supondría el nuevo comienzo o solo habría un tiempo nuevo, de nuevos nuevos. 


 

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