jueves, 19 de septiembre de 2019

Ya ni es

Quizá ni dure lo suficiente o no duela de la peor manera ni tampoco así, duela de esa forma en la que los demás la sientan. Como el calambre a media noche que despierta del sueño en la velada nocturna tan placentera, es que las fuerzas truncan el continuar, comienzan por apretar el músculo de manera deliberada y sin razón alguna del lugar o el por qué de tal remesón en alguna parte del cuerpo. Este inquieto dolor se manifiesta constante en el tiempo, sin perder segundo se aglomera y se queda ahí, cada uno doliendo de manera diferente, con raras formas de doler... pero duele. Sin más, se traspasa en las manos, llega al alma, carcome la funda que envuelve la existencia y, dejando escapar aquel compuesto del que estamos echos, se desinfla la vida con un puñal en su mano, en la mano del calambre que raudo se hace presente en cada instante del día, no manifiesta cambios físicos, sino de dentro, de un lugar inexistente en la realidad pero con un gran espacio dentro de cada uno. El puñal lleno de ácido se carcome al evaporarse, dejando erosionada la superficie de ese órgano que tanto sentía. Sobra el espacio como la presión constante que forma el vacío en algún contenedor, no hay roce, todos cae a la misma velocidad. No es gravedad, es una fuerza palpitante que hace las cosas fluir y llenarlas por lo menos, de algo de temperatura.

Cuanto he mirado el cielo de cada día hasta cada noche, como el color del cielo se oscurece pasando por una gama de tonalidades rojizas que desaparecen en la lejanía del horizonte. Así he visto pasar los días, las noches, los segundos, las mañanas, las horas, el clima, los vientos, la gente, los autos, los partidos en la cancha, los gritos de al lado, las aperturas de la ventana, sus cierres, la paz, el estigma, el agua, el sol, los desvelos, el sueño, los sueños, los escritos, el polvo, las moscas, la ropa, el orden, la entropía, la música, el silencio, las lagrimas, el desapego, las andanzas, las risas, el cuerpo, las visiones, las creencias, la fe, la ganada y la perdida, las hojas, las luces, las tinieblas, el andar, el ejercitarse, el desarmar, la forma de... todo lo que ya ni es.


Sombras diría el antiguo yo... ¿se fueron alguna vez?, solo quizá se escondieron dispuestas a salir de donde siempre, siempre estuvieron, dentro de mi.

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