viernes, 15 de abril de 2022

DPC 1

 El clima de los días, a pesar del sol en las alturas, de los nuevos comienzos, de las metas y de todo lo demás, se iba desvaneciendo entre las manos que no tenían el dejo de sentir tu piel. Era poco preciso hablarse a si mismo, como si no hubiera más.

Ensimismado por los meses anteriores,  los errores y las calamidades, ya no había mucho que esperar. El tiempo había dejado entrever lo que era de realidad, y Raúl, el consecuente personaje de este privilegio, no se daría cuenta de la verdad que vendría más adelante. Así es que rechanzando un trabajo en un lugar aburrido y sin el futuro que esperó, fue que escapó, un día duró todo aquel trámite. Eran los privilegios de tener nuevas elecciones, como no había mucho en donde estaba, mejor salir de ahí y abrise paso a nuevos horizontes, era el pensamiento que lo dejaba perplejo, no deber estar ahí, fue el alivio de siguiente día, por qué, quizá, si ese paso afrontado no hubiera sido pisado, el preponderante futuro que vendría, no tenía por qué haberse cumplido. Quizá siempre estuvo destinado a esto, quizá formó su camino, quizá ninguna de las dos, era el plano más verdadero cuando solo quedaban los ojos en la calle, cuando el clima se hacía real y las mañanas, aunque frías, se tornaban de un calor que no tenía ni idea de por qué aparecía. El verano como época amada, hacía que recibir esta temperatura, era un sentir grato, lleno de caricias del los rayos del sol, lleno de besos en la frente, cuando el astro mayor de nuestro sistema planetario, recubría el día y cada vez alzándose más. comenzaba a cambiar de parecer la tan monótona y fría ciudad, los colores eran nuevos, como los días que, tan amadamente se aproximaban. 
Así la nueva oportunidad fue tomada, un antiguo trabajo de meses antes, era el reflejo que quería, una mejor paga, un mejor horario y hasta almuerzo incluido, eran artífices del principio. Así como clamor principal del alma, la puntualidad era siempre el detalle notable de este ser. Caminar y caminar, el camino ya antes caminado, llegando a la misma puerta gris, en una mañana nublada. Subió las escaleras, culminó el trayecto al ocupar el casillero 191 de aquel lugar, un número que por ahora no tendría gran significado, un puesto en esa segunda fila de casilleros, donde aunque no lo pareciera, sería un visualizador de momentos únicos, llenos de lindos momentos y un par que otro regalo. 
Los sillones esperaban, fue el primero en llegar, las nuevas caras estaban por doquier, se comenzaban a cerrar los espacios y aunque el distanciamiento era una realidad, las personas ya normalizadas por la tan abundante pandemia, tenían en claro las protecciones. Así entre los destellos de fotones, y las partículas cósmicas que nos atraviesa a cada momento, apareció una bella rubia, alta, con flats, de blazer, con alta estampa, llena de sonrisas, expresando en sus ojos aquellos sentidos que tantos querían tener. En el fondo se veía que su mente algo tenía, que su ser algo escondía, que detrás de la sonrisa, una lucha fuerte entre lo que era su vida y lo que era su cotidianeidad, como si cada día un nuevo reflejo del sol, dejase al descubierto el punto del cual quería escapar, pero no sabía cómo. Así que para no parecer un ser oculto, los día comenzaron a pasar, las palabras ya eran afines y hasta un pedazo de su historia hoyó. Quizá el tenerla tan cerca no reflejaba lo que de verdad sentía, pero el clima se volvía más cálido a su lado, un par de veces tomó su mano, pare enseñarle algún que otro truco del computador, un gesto entre los papeles o una palabra casi infinita entre el ir y venir. 

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