domingo, 29 de diciembre de 2013

Un torrente de sangre a la cabeza

Encima dos, mañana habrán tres. ¿Por qué no puedo estar así?

Antes de las cosas, el sincerarse era radical. Nada resultaría de tal manera. Miradas entrelazadas, cosas por decir pero con miedo a nombrarlas. Puntos apartes que deberían ser seguidos, alguna que otra palabra de aliento, al igual que alguna u otra de remordimiento.
Miramos la luna avanzar rauda en la noche celestial. Miramos el resplandor caminar por nuestro cuerpo como avanza el tiempo por el reloj de arena. Nada habia ya, ¿mentia? Era mas fácil saber la verdad que dar un paso en falso.
Una vez un personaje me dijo que era mejor confiar, hacer las cosas con la convicción de ganar y, en una de esas perder, que quedarse quieto mirando como alguien mas se pondría en tu lugar, como alguien mas te desplazaba.

Hacer en vez de decir: "que hubiera pasado..."

Una vez la ley cayó sobre mi. Me hizo darme cuenta con los años en los que pasé preso de ella, de la realidad que tanto ocultaba. De la verdad que una noche a los ojos de la luna, se desveló. 


Ahora mismo preferiría no hacer nada, quedarme sentado en mi cama o salir corriendo a un lugar lejano, sentarme, mirar a los demás, mirar el cielo, mirar como la gente vive, compartir algo con mi mente, sacar la verdad y botar aquello que inventé, aquello que ahora sobra y me tiene así, con un ánimo algo bajo.

Y los espías salen de abajo del agua... y los espías salen de todos los rincones...todos somos espías.


Recknoker
Y salimos de las sombras.

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