martes, 23 de junio de 2020

Calle de la Desilusión

¿Qué era?, ¿qué fue?, ¿dónde estaba?, ¿qué sería de eso?, nada se respondía, y las ventanas se cerraban como candados sin llave y cerámicos llenos de pegamento, quedaba estipulado que nada estaba como ya había sido, el tiempo no me quitó nada, fui el culpable de varios problemas, en donde sostuve al cielo y lo  dejé caer, nunca creí ser poseedor de tanto y no creía que podía cometer tantos errores en tan poco tiempo, pero así fue, la noción de estos ni yo las tenía, solo sabía que nada era para siempre y así como atacado por el karma del tiempo, perdí legados y perdí recuerdos, fue estipulado que, ya el corazón vació estaba, con los ojos vacíos de infinitos, y las manos destrozadas, a me dijo una persona que tenía miedo del que pasaría conmigo y que tal afección podía provocar efectos que nunca han de ser pronunciados en totalidad, muchos temen a esos "dichos" en donde la respuesta es solo una, morir no era la verdadera respuesta pero si quizá, una escapatoria a los inútiles fundamentos que ya ni razón tenían, abandonar la vida como si no tuviera un valor ya, era me era preciso, pero no quería sentir que estar vivo era estar así, que los sentimientos te hacen sentir un impulso que se levanta en las mañanas, pero que a mente se quiere quedar entre las sábanas y no abandonar el "refugio" que tantas veces fue de más de uno. Estuve tiempos irreprochables así, a veces en lugares en los que nunca pensé vivirlos, en lugares ya conocidos, donde un par de gotas aparecieron en el rostro, como si no tuviera más en mi, y no, nada hacían desaparecer nada, ni vulneraban el simple efecto de lo que podía ser.
No estaba en mi ser, no sabía ser ni estar, era como un verbo sin vida, sin ansías, y corrompido por las significancias que me trajeron ahí.

Así avanzando, un día recuerdo caminar mucho desde un lugar entre la conurbación, en donde fui a dejar unos lentes, y caminar y caminar bajo el sol de agosto, me calmaba, pero se hacía chica la ciudad y no podía ser infinito ni el tiempo ni el espacio, eran cosas que no podía cambiar.
Recuerdo haber llegado a tal lugar ya muy concurrido tiempo atrás, y me senté en las escalinatas de la entrada, aferrado al sábado en donde partido de alma estaba, y nada fue como lo esperaba, una vez me dijeron una frase y así se cumplió, fue nada más quedando en menos, con las manos en el suelo y de cabeza gacha, espalda sin fuerza y sin alma, como una vez la mirada de una compañera de colegio me lo dijo: "te miro y pareces como que no tuvieras alma", es a veces que se va y otras que vuelve, es cuando es y cuando no, un tal vez que nadie maneja ni controla, porque resumiendo, el tiempo no da respuestas, quizá cura, quizá solventa, quizá cambia, a veces mejora, pero nada es contrario a la transición que pensamos, el tiempo fluye y el espacio queda quieto recordándonos los que era, lo que  casi fue y nos delimita a hipótesis de un futuro anecdótico y sinuoso.      

Y salimos, de las sombras

Recknoker

                   

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