miércoles, 12 de agosto de 2020

Órbita

La reverberación de los segundos ya no era la normalidad, ahora el tiempo era medido en unidades más grandes, para achicar las cifras, en representación de la misma cantidad. Pronunciar el número de segundos de una vuelta al sol, no sería la manera más factible. Así era como se iba el tiempo, la resequedad de los nuevos amaneceres, estaba desprovista de esa necesidad de libertad, en donde la ciudad y las personas, eran de manera habitual, un contexto a extrañar, como nunca nadie lo pensaría.  Así se estipulaban estos nuevos días.
Aunque cambiados de parecer, la misma fecha, la misma posición de nuestro planeta, era presentada nuevamente en los días del calendario, como una repetición cíclica de las necesidades. Cumpleaños, celebraciones, cosas buenas y otras no, se hacían más presentes cuando el paso por este lugar de la ovalada órbita, se acercaba, y al llegar el día, las cosas cambiaban, la espera ardua solo era hasta que sucedía. Después de pasadas las horas, todo era ya pasado, y faltaba esperar otros 365,25 vueltas al sol para estar en la misma posición respecto a nuestro astro mayor. Es así que todo viene y se va. En este pequeño y, cada vez menos verde, planeta que comenzamos a tener la noción, como lo dijo Sagan,  de que la materia cobró conciencia y comenzó a comprender como es que cada cosa del universo se ha formado, como ha evolucionado y a creado nuevos elementos, planetas, figuras, soles, formas, una conjunción de moléculas unidas por infinitesimales fuerzas, que con el tiempo se han descubierto a si mismas en razón de nuevos horizontes y grandes interrogantes. Un resumen de la variedad de formas en la que una palabra tan grande, se puede expresar.  
Entonces en lo implícito de la cotidianidad, las razones de siempre cometían el macabro desvarío de someterse a fuerzas ya pasadas, como si el campo perturbase las limaduras de hierro y atado a un imán, sacudiera el eter invisible de algo que no existe. Una partícula que pasa por sobre todo y solo es albergada por receptores que en ínfima cantidad han de seguir existiendo. Así es como se comportan los sistemas, cada uno con sus propios receptores, su indescifrable entrada y la salida que, dependiendo del contexto, deja entre ver la realidad, esa que acontece a cada segundo, que da vida o mata, que sigue o se queda delante del vacío mirando el cielo negro sin estrellas, donde ni la lejanía de la luz entraría, donde quedaban papeles quemados con frases desechas, y maniobras evasivas que no tuvieron resultado, toda la tropa pereció delante de los ojos negros del día en donde el sol se tornaba otra vez a surcar el cielo, pero ese día, el calor no pegaba ni el hambre carcomía, solo la neutralidad de las barbaridades, era presente y, ni el saludar impetuoso de las amistades vulneraba el desperdicio que acontecería. Era un nuevo fin para el nuevo principio.
Cada columna que acompañaba, formaba un cuadrado con un círculo en su centro, este no tocaba su bordes. Estaba lleno de gente y la venta de zapatos parecía la novedad de ese día, ni el síndrome de parecer, aparecía en aquel instante. El círculo antes nombrado, sirvió de banca en los momentos donde todo palideció. El sol no paraba y los lentes, por lo menos, ocultaban en viceversa la realidad, del sol afuera de ellos y del sentir detrás de los mismos. Una infinita ciudad hubiera sido de verdad esa razón verdadera para perderse, que los días y las noches no fueron nada, que la mitad del tiempo de "relajo" que quedaba se fue convirtiendo en amaneceres nefastos y porvenires cegados.

El quiebre unilateral, que se venía preparando escondido desde hace ya años, fue lanzado un tiempo después, la multitud elevó su voluntad en lucha de las verdaderas razones, de la verdad que tanto se necesita. 

La interacción de nuevas fuerzas, continuaban sin proceder, un estado neutro, como partícula elemental, como neutrino entre los días, cada segundo se fue alargando, cada nuevo anochecer visto desde la ventana, era nada más que el paso de la gravedad representada en luz, y en esa nada de vida que quedaba. Como un asteroide del espacio, dejando la estela de hielo tras el, fue que alejándose del sol todo se aclaró, se encontró en nuevos espacios y nuevas realidades, quizá era la primera vez que tenía el conocimiento de que esta "órbita" era la realidad que seguiría, porque al verse quemado por la radiación del astro mayor, no encontraba una salida de tal macabro escenario. Así el viaje continuaba y se alejaba, disminuyendo su temperatura pero endureciendo su interior, quizá que vendría después de ese fondo negro lleno de puntos lejanos que no veía ni la ínfima percepción de proximidad en ellos. La luz era su única compañía y su alzar interno comprendía tiempo tras tiempo que comenzar a añorar lo que no se ve, era de manera falsa, asumir que algo sucedería, la tela del espacio-tiempo se lo decía, no veía nada a su alrededor, solo esperaba ser sorprendido por viajeros espaciales o quizá una nueva galaxia que descubrir, solo su órbita se lo diría. 

Y salimos de las sombras.
  

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