viernes, 19 de agosto de 2022

Caminar de noche

 Frio desde el lugar en donde escribo esto, es que las cosas aparecen. Miro las noches nuevamente en la ciudad en la que he vivido toda mi vida. Con recelo camino, a paso acelerado, por la avenida principal de esta. Las nociones de personajes que aparecen de vez en cuando, y cada vez más por la noche de este lugar, son el ánimo que hace apresurar mis pasos, como un estallido en ellos, donde las manifestaciones que en sus mentes crean, no he de querer hacerlas realidad en la mía. Solo yendo por la calle, es que he visualizado fríos motivos para poder superar cada uno de los pasos que doy, porque desde hace años, que las "huinchas" en las que me he quedado, han conseguido estropear el futuro que ya he de haber tenido entre mis manos. Así continuo cada noche por las mismas calles. A veces aparecen personajes entre la poca luminaria, algunos duermen, otros dejan a la luz un humo o un licor entre las manos, cualquiera sea la razón que tienen, para poder solventar los tiempos que esa noche les da, les quita o solo les deja estar, porque veo que cada nueva luna en el cielo, es una lucha para sus vidas. Sigue el camino y a veces, las calles nada de vacía está, algún que otro ser con ropa algo ultrajada aparece de pronto entre los autos, el pasto mojado por la fría noche o tras un punto que no pude ver a la distancia. Así es que solo paso prevenido entre ellos, como un fantasma que no quiere molestar ni tener un contacto presente con el animado ser que quisiera alterar el tiempo, ya sea de una manera prudente, o por un cambio en su personalidad, haciendo salir ese pedazo de persona que para nada he de querido encontrarme, porque cuanto más me acerco, más rápido camino, y a su vez cuando me alejo, mirando de reojo la profundidad de la calle en donde de vez en cuando, solo soy yo y el importunado ser que quiere un poco de aquello que no quiero darle, tratando de arrebatar, el artilugio que en mis bolsillos pudiera llevar. 
He visto miradas entre las sombras, personajes en las esquinas, esperando un auto indeciso que aparque cerca y continuar con el tiempo de vida que sus noches le dan. He visto fogatas en lugares donde no debería haber, algunas para poder apalear el frio y otras, desprovistas de cuidado, frente a la iglesia de lugar en donde en mi adolescencia estudié. He visto como lugares lúgubres se convirtieron en un asidero de contrabando o quizá que otro tipo de ilícito. Así también el lavado de las calles, ese que pocos en la ciudad han presenciado, donde el agua corre cuesta abajo por el paseo peatonal en el cual, por las horas del día se llena de transeúntes, perros ladrando, esperas en donde la eternidad solo se ve a través de las pocas estrellas que esta ciudad deja de ver. Autos acelerando, frenos entre las calles, vehículos sospechosos, ofrecimientos engañosos y un par que otro personaje que va en la misma que yo, algunos con menos cautela, otros acelerados por llegar a su destino prontamente. Pero las noches no han de terminar, porque todavía quedan clases por realizar, comentarios por crear y un último tiempo en donde todo debería salir bien. 

Entonces, caminar de noche se ha convertido en un punto de cada día, manos en los bolsillos, audaces pasos, mirada centrada en el horizonte invisible, y solo andar, donde el hambre y el querer llegar a casa, son las razones más grandes por las cuales seguir, ya que con cada nuevo recorrido un paso se acerca al objetivo, uno que, espero termine este año.  

En estas caminatas, lo mejor, es salir de las sombras.

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