miércoles, 15 de julio de 2020

Entré, y las sospechas hacían presagiar eso que soñé la noche días atrás, la antesala de nuestro porvenir, no tenía solución, la raíz negativa otra vez se hizo presente, con notada pulcritud, todo salió como lo planearon y desde ya anteriores entregas, el final estaba escrito, en hojas de papel con tinta invisible, pero de que estaba escrito, lo estaba. Se bifurcó la calle, y el auto siguió el peor camino, a la altura de las narices todavía todo estaba cegado, una sombra negra cubría la realidad y se transformaba en un sueño irreal de la verdadera realidad. Cada día como alzarse el sol y ponerse la luna en el cielo, eran todos los días una igualdad irregular. Con altos y menos bajos ya, llevado a la tercera dimensión y a la forma en la cual la luz se convierte en pensamientos y sentimientos, ondas químicas, receptores dañados, un recurso del aprendizaje se quedaba entrelazado a los conductores, y corrían con ellos a la velocidad de la luz, se seguían día tras día. Resumiendo, la cuantiosa cantidad de días pasados, no habían sido de alcanzar fulgores ni estrepitosas conjeturas, sino de una variable realidad que no se veía en su totalidad, el apego y la deformación del espacio tiempo, eran de esas cosas que importaban, conocimientos amplios que obtener de manera primera, logros casi inalcanzables en las mentes. Los nuevos días hacían parece que se podía seguir un poco más, un poco cada vez en más, de avanzar es mucho más trabajo que retroceder, no era factible volver, pero si seguir, ¿por qué le faltaban dimensiones a la linea de tiempo temporal?, o ¿siempre han estado?, así cabrían miles de posibilidades, así seguirían.

Todo esto tiene un sentido que tendré que asumir, va más allá de la persona.

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