Toda esa parte ya dicha, conlleva el día nublado casi en tu totalidad, con esas nubes que no llegan al horizonte y que cubren de manera completa la conurbación, pero dejando en la vista desde las alturas de la ciudad o desde la playa, el borde, lo último que vemos. Entonces todo el día hasta ese punto en donde el sol renace otra vez, pero esta, desde arriba hacía abajo, como que amaneciera desde el cielo, escondiéndose detrás del inicio natural. Este paso dura un par de minutos, pero es hermosa la vista, todo queda iluminado con esa luz casi roja, con tonos naranjas y manchones amarillentos, para así llenar la ciudad con nuevos colores, después del día gris. Se ven los cerros encendidos, los edificios teñidos, las calles que no ven en ese momento, quedan un poco más oscuras, pero las que van en la dirección de los rayos, quedan provistas de una luz tan efímera, pero tan reluciente, que da vida, apareciendo de la nada detrás de cabezas y delante de los ojos de los transeúntes. Se ven los detalles con mayor nitidez. Sé que muchos no valoran estos momentos que describo, pero la verdad, a mi me llenan de luz en el que sería, el fin del día.
Quizá no se note al detalle, pero esa foto refleja ese escenario. Usted que lee esto, si aprecia un día de la vida, este espectáculo, y más en una buena ubicación, disfrútelo.
El cielo se termina y comienza otra vez el reinado del sol, en el finito espacio separa las nubes del horizonte, en la perspectiva que tenemos desde nuestra lejana cercanía a la costa.
El cielo se termina y comienza otra vez el reinado del sol, en el finito espacio separa las nubes del horizonte, en la perspectiva que tenemos desde nuestra lejana cercanía a la costa.
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