miércoles, 22 de junio de 2022

¿Superposición?

¡Ay mi bien!
Cuando apelar a las razones no es la realidad tangible, el estrecho que había entre las fauces, solo parecía inmensidad, parecía volver a tener ese desapego de todo, como antes del principio, como antes de cada una de las formas en las que se cobijaron las noches. Desde la primera vez, el atisbo de verdad se convirtió en un punto creciente, donde las razones estaban, donde las palabras no eran solo eso, convertidas en hechos de realidad misma, a veces buena, a veces mala, otras dolorosas y otras llenas de regocijo, con la poca prudencia que tienen las palabras, la mejor forma de decirlas era permitiendo que el dolor solo fuera un reflejo de todo lo que se quería expresar, sabiendo que, nada más real que la verdad, era lo esperado desde el primer momento. Entonces se colmaron los días de refugios, de momentos, de significado, de una alegría que se convertía con cada palabra en un sueño, uno que luchando por el futuro, se haría más realidad día tras día, mirando esos recuerdos del futuro, en donde las cosas, evolucionando tal cual dinosaurios, se convirtieron en máquinas de matar, no se asesinar, sino que de matar los malos tiempos y contemplando lo mejor de esta vida, dejaban solo el pedazo de buenas formas, desechando lo innesesario, para dar paso a nuevos conceptos, nuevos paradigmas, nuevos pedazos de vida y partes de ella, donde el tiempo sin fin, continuaría detrás de todo, y a su vez, más allá, más allá de cada uno. 

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