jueves, 13 de abril de 2023

[1] "Te espero en el fin del mundo"

 Los últimos días, como simil a un paraiso, no han sido, más bien coterraneos a la intransigente reverberación de los sonidos, en los cuales el andar parejo en la ciudad, convirtió el atardecer en un punto cúlmine, donde ante la mirada indecifrable de los demás, solapado a una realidad que no se veía próxima, en el punto donde los brazos se separan, alejados por el contingente de los minutos, se iban como prosas al ser leídas, como antiguedades llenas de polvo en el armario. Era un punto en donde el poco cielo que quedaba de sol, ya se veía opacado por el edificio detrás, y una frase en la mente congregaba a quedarse ahí, parado y viendo como se iba, como se terminaba un parecer, una reciprocidad, un atesorado punto en el contexto. Era sorprendente saber que quizá el fin del mundo se acercaba a pasos agigantados y no era vislumbrado por lo que se tenía en mente, era un punto, quizá eran dos, pero terminaron siendo menos, ni antes ni después, el tiempo solo se quedó quieto, la música fluía por el camino, una canción en japonés corría por los cables y el volumen alto para dejar de percibir lo que había alrededor, bajar de la locomoción, caminar lentamente, con las menos ganas, con las menos de las menos, un punto flaqueó, un punto, ¿cuál punto?, si ya no eso quedaba... No era el fin del mundo, eso espero, no del todo, porque la luz que se veía en el cielo, acercándose cada día más, convertiría a las pobladas ciudades en el polvo del cual las estrellas nacieron, era un futuro quizá evitable, quizá donde de verdad encontraríamos la razón de quedarnos, de querernos, espero sea antes, antes del fin del mundo, antes del fin de nuestro mundo....

El clima de los días posteriores, se alargó con la presencia de las horas extras en el armario del trabajo, donde en las últimas horas alguna inquietud ha de actuar y el día se convertía en la sincera y venidera resonancía de la noche que se acercaba mientras el sol huía trás el horizonte, aunque para estos fines, el clima se sentía de otra manera, con el color del cielo, las nubes sin presencia, el mar de punto álguido, el cielo de tonos naranjas a negros, pasando por el morado y un poco de rojo, como tonos de distancia, como tonos que no se vuelven a ver hasta el otro día, hasta el nuevo atardecer, el que mostraba el firmamento trás el caleidoscopio de los colores de un día otoñal, con el claro del sol, pálido de esta época, con el cantar sin renacer de los pájaros que no descansan, con el andar detrás de un objetivo, un punto de concordancia, un punto... un nuevo punto.


...Continuará

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