lunes, 8 de diciembre de 2014

El fin del mundo

El Fin del Mundo

En el prado, alaridos lejanos y cercanos, otros solo esperan, otros reza y otros lloran. Nadie es verdadero al reaccionar hoy, solo querian estar mas tiempo, cosa que ya no tenian.
De lado al volcán, humeante y rojo de ese liquido tan caliente que fluia por la ladera del mundo. Tenian en cada mano, una nota al cielo, un perdón a las cosas, una palabra de alivio.
Abrazados todos, la luz se hacía menos presente cada vez mas, solo el rojizo sentir que salía detrás del mundo. No había nada mas. El clima era inóspito. Nada de calma, y entre los seres que quedaban con vida, sin mirar el volcán, sin mirar a los demás, solo mirando la tierra que los forjó, esa misma que los dejó vivir, esa misma que los alimentó pero que ahora los mataba, había un rojizo resplandor, que entre alaridos y llantos de niños, no daban acción a la calma. Era el peor espectaculo de un fin del mundo.
Éramos unos pocos, los demás estaban dispersos, otros mas cercanos, otros mas lejanos, pero entre la tempestad, nuestro circulo de vida, llevaba una calma tan normal, que las cosas podrían ser como eran pero, aún así, las cosas seguirian bien. Por que estabamos todos en el circulo de la vida, en ese mismo circulo de una mesa, en ese mismo circulo en alguna playa, en algún lugar del campo, en algún lugar de la misma vida que ya se nos iba de las manos.

Por sobre todo, estabamos todos. No faltaba nada ni nadie.

Recknoker
Estabamos en las sombras.

La idea plasmada en mi mente desde ese día de luces rojas y cantos que no conocía en totalidad.

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